Desestiman denuncia de Milei contra el periodista Carlos Pagni
El presidente argentino escaló su enfrentamiento con el periodista de La Nación, al que acusa de representar intereses corporativos y de difundir “operaciones” contra su gobierno. El caso abre un nuevo capítulo en la relación entre Milei y los medios, marcada por la tensión y el desprecio mutuo.

Un conflicto que expone la estrategia comunicacional del Gobierno
La disputa entre Javier Milei y Carlos Pagni no es solo un cruce entre un presidente y un periodista: es el reflejo de un modelo de poder que redefine los vínculos entre la política y los medios en la Argentina. El mandatario libertario decidió convertir al periodismo crítico en uno de sus blancos preferidos, como parte de una narrativa en la que toda objeción se traduce en “operación” o “ataque al cambio”.
Pagni, una de las voces más influyentes del análisis político argentino, dedicó en los últimos meses varias columnas y programas de Odisea Argentina a cuestionar la falta de resultados económicos, las disputas internas del oficialismo y el rol de Karina Milei dentro de la estructura de poder. Las observaciones irritaron al presidente, que respondió con la estrategia habitual: exposición pública en redes, descalificación directa y señalamiento ideológico.
Del elogio al enfrentamiento abierto
Durante los primeros meses de gestión, Milei reconocía el profesionalismo del periodista y la rigurosidad de su análisis. Sin embargo, el vínculo se quebró cuando Pagni comenzó a revelar tensiones dentro del gabinete y a describir el “aislamiento” de la presidencia. Desde entonces, los mensajes del mandatario y de su entorno en redes apuntaron a desacreditar al periodista, al que asociaron con los “resabios de la casta mediática”.
La escalada llegó a su punto máximo cuando Milei, sin nombrarlo directamente, acusó a un “analista televisivo” de operar para sectores del establishment financiero y de obstaculizar el programa de estabilización. Las alusiones fueron claras para el público, y Pagni respondió en su espacio con una defensa implícita del rol del periodismo en una democracia: “No se trata de ganar o perder discusiones, sino de ofrecer información verificable”.
La polarización como herramienta política
El conflicto es también una herramienta de consolidación interna para Milei. Enfrentarse a voces críticas como Pagni le permite reforzar su identidad antisistema y mantener la tensión discursiva que lo llevó al poder. En ese marco, la figura del periodista se transforma en un adversario funcional: un representante del “viejo orden” que el gobierno busca deslegitimar.
Desde la oposición y las entidades periodísticas, las declaraciones presidenciales fueron consideradas un intento de disciplinamiento simbólico. La Asociación de Entidades Periodísticas (ADEPA) advirtió que los ataques personales “debilitan el debate público y amenazan la libertad de expresión”. La Casa Rosada, por su parte, sostiene que se trata de “opiniones políticas legítimas”.
Una disputa que marca época
El enfrentamiento entre Milei y Pagni condensa el cambio cultural que atraviesa la relación entre el poder y el periodismo en la era de las redes. En un ecosistema donde la comunicación directa reemplaza a los intermediarios, el presidente intenta imponer su versión sin mediaciones. La respuesta del periodismo, en cambio, reivindica el valor de la crítica y el dato.
Más allá de los nombres propios, el caso plantea una pregunta de fondo: ¿hasta dónde puede llegar la confrontación sin erosionar las bases del pluralismo democrático? En esa tensión, la Argentina vuelve a debatir qué significa el poder en tiempos de viralización permanente.
