Ucrania volvió a golpear a Rusia: dañó el puente de Kerch con una tonelada de explosivos

En una operación planificada durante meses, la inteligencia ucraniana (SBU) atacó en la madrugada del martes el Puente de Kerch, infraestructura clave que conecta a Rusia con la península de Crimea. El ataque, realizado bajo el agua con 1.100 kilos de explosivos, representa el tercer golpe contra esta vía estratégica desde el inicio de la guerra en 2022.
El SBU no precisó si el atentado se ejecutó con drones acuáticos, tecnología en la que Ucrania ha mostrado eficacia al hundir varios buques rusos. La detonación se produjo a las 4:44 de la mañana, según informó el jefe del SBU, Vasyl Malyuk, quien también supervisó la acción.
Aunque Moscú no respondió oficialmente, el tráfico fue suspendido temporalmente por los daños. El puente es un objetivo prioritario para Kiev, ya que es clave para el abastecimiento de tropas rusas en Ucrania. Fue inaugurado en 2018 por el propio Vladimir Putin, y se considera una obra insignia del Kremlin tras la anexión de Crimea en 2014.
Este nuevo ataque se produce días después de una operación ucraniana con enjambres de drones sobre Siberia, que destruyó parte de la flota aérea rusa y dañó 34% de sus portamisiles estratégicos, según el SBU. El costo estimado de esos daños fue de 7.000 millones de dólares.
Malyuk ironizó sobre la persistencia del servicio ucraniano al señalar: “Dios ama a la Trinidad. El SBU siempre va hasta el final y nunca repite el mismo procedimiento”, en referencia a los ataques anteriores al mismo puente en 2022 y 2023.
El impacto de esta ofensiva no es solo logístico: tiene un alto valor simbólico y político. Pone en evidencia la capacidad operativa ucraniana incluso después de intensos bombardeos rusos recientes en Kiev y otras ciudades.
Además, debilita el control ruso sobre Crimea, un territorio clave por su base naval en Sebastopol y su valor estratégico en el Mar Negro. Si el puente quedara inoperativo, Rusia solo dispondría de una ruta terrestre secundaria para abastecer sus fuerzas en el sur ucraniano.
Este nuevo episodio ocurre mientras Estados Unidos intenta mediar negociaciones de paz sin éxito. Moscú exige una rendición parcial de Ucrania, desarme y neutralidad, condiciones inaceptables para las potencias europeas, que temen un precedente peligroso si Rusia logra quedarse con territorios conquistados.
En respuesta, la OTAN y la UE están reforzando su capacidad militar disuasiva en las fronteras del este europeo, preocupadas por una posible expansión de las ambiciones del Kremlin.