Paul Thomas Anderson vuelve a mostrar su enorme talento

En Una batalla tras otra, el director cuenta con un “dream team” actoral: DiCaprio, Sean Penn y Del Toro.

Hay una escena que bien podría valerle a Leonardo DiCaprio un segundo Oscar. No es un oso quien lo enfrenta, como en El renacido, sino Sean Penn, en la fila de un supermercado. El coronel Steven J. Lockjaw interroga a Bob (DiCaprio) con insidia, preguntándole si tiene una hija. La tensión, el temor y la vulnerabilidad en la mirada de DiCaprio son palpables, transmitiendo una carga emocional memorable.

Anderson trabajó durante veinte años inspirándose en Vineland, novela de Thomas Pynchon, logrando una de sus películas más acabadas, comparable a Magnolia o The Master. Filmada en 70 mm, con un presupuesto de 130 millones de dólares financiado por Warner Bros, estrenada en IMAX y con un reparto soñado —DiCaprio, Sean Penn y Benicio del Toro— la cinta logra una narración fluida y envolvente durante sus 161 minutos.

La trama arranca con la acción de un grupo revolucionario radicalizado, los French 75, liderado por Bob, un hombre tan propenso a fabricar explosivos como a perderse en el amor por Perfidia Beverly Hills (Teyana Taylor). En su transcurso, la película desarrolla un drama político, ideológico y humano: persecuciones, fugas, lealtades y traiciones.

Anderson presenta a sus personajes con claros matices: los buenos, como Bob, Perfidia y Sergio (Del Toro), un maestro de karate que ayuda a Bob; y los malos, liderados por Lockjaw (Penn), un militar fascista cuya presencia genera temor. El director construye una narrativa compleja que combina acción, drama y reflexión política, cuestionando agendas ideológicas extremas.

La actuación de DiCaprio destaca por su intensidad y complejidad. Penn, por su parte, construye un personaje casi caricaturesco, pero inquietante. Del Toro aporta profundidad y humanidad. Anderson confirma así su capacidad para conjugar espectacularidad, arte y un relato potente, haciendo de Una batalla tras otra una película memorable.


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