Alertan que el protector solar no alcanza para evitar el cáncer de piel
Lo aseguran en la Sociedad Argentina de Dermatología. Recomiendan recuperar hábitos como cubrirse la piel.

Lo viejo funciona. La frase que la serie El Eternauta puso en boca de todos aplica a la perfección a uno de los mensajes centrales de la 32a Campaña Nacional de Prevención del Cáncer de Piel, que promueve la recuperación de “hábitos ancestrales” para cuidarse del daño por la exposición inadecuada al sol.
“Los protectores solares no deben ser la única estrategia: es necesario volver a la ideas clásicas sobre la fotoprotección”, coincidieron Andrés Politi, Ana De Pablo y Ana Clara Acosta, coordinadores de la tradicional campaña que la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) lleva adelante toda la semana (del 17 al 21 de noviembre).
“Son excelentes aliados, pero de ninguna manera son la herramienta más importante ni la principal”, dijo Politi en diálogo con Clarín. ¿La receta? “Los dermatólogos la repetimos como una letanía: para protegerse del sol y disminuir el riesgo de cáncer de piel hay que exponerse poco, evitar los horarios del mediodía, recurrir a la sombra (árbol, carpa, alero), cubrirse (usar remeras de manga larga, pantalones, indumentaria con trama cerrada) y usar protector solar”.
“Nuestras abuelas sabían que si ibas a la playa y te ponías un sombrero no te llegaba el sol a la cabeza, igual que los gauchos y los texanos. Los beduinos la tienen recontra clara, saben que si te ponés ropa te va mejor. Los chinos andan con paraguas para cubrirse. No es nuevo que la ropa protege, lo sabemos desde hace siglos”, afirmó Politi.
Evitar la exposición en horarios críticos (entre las 10 y las 16) y cubrirse la piel con medidas de barrera física son medidas “buenas, baratas y de fácil implementación”, describió.
En Argentina se detectan unos 1.600 casos de melanoma cada año.
Sobre la ropa, recomiendan prendas de trama cerrada que limite el paso de los rayos UV. La oscura, aunque da más calor, protege más del sol. Húmeda, menos. La sintética es más eficiente que el algodón y si se usa con protección UV hay que chequear la fecha de vencimiento.
El énfasis en la necesidad de recuperar hábitos ancestrales, explicó Politi, surge de la creencia errónea y muy expandida acerca de que los fotoprotectores son la única medida -o al menos la más importantepara evitar el envejecimiento prematuro de la piel y prevenir el cáncer.
Y esa idea se asocia muchas veces a un mal uso, como si se tratara de una especie de cheque en blanco. “Como me pongo protector, me expongo el doble de tiempo -piensan-. Eso no está bien”, sentenció.
A nivel global, se estima que uno de cada tres cánceres diagnosticados se localiza en la piel. El melanoma es el tipo más agresivo y representa solo el 1% de todos los cánceres, pero provoca la gran mayoría de las muertes.
En Argentina, considerado un país con riesgo medio, según las estadísticas del Observatorio Global del Cáncer (GLOBOCAN) se detectan unos 1.600 casos nuevos de melanoma al año.
La actual edición de la campaña de la SAD se realiza bajo el lema “El bronceado pasa, el daño queda”. Politi dice que los impulsa una idea poderosa: el cáncer de piel es casi un modelo matemático de prevención. “En medicina no todo suele ser 2+2 es 4. Pero en esto sí.”
¿Por qué? Porque sabemos la causa principal (la radiación UV), podemos ver muchas de las lesiones a simple vista y, si se detectan a tiempo, en la mayoría de los casos se resuelven con un tratamiento relativamente sencillo. Si se las deja avanzar, en cambio, pueden transformarse en un problema grave, advirtió.
Los casos detectados en la actualidad son producto del daño acumulado durante décadas. El bronceado es la respuesta a una quemadura generada en la piel que, con el tiempo, va perdiendo la capacidad de reparar las alteraciones en el ADN provocadas por los rayos UV.
“Hay que agarrar a los chicos y decirle que el sol que toman hoy, el bronceado de hoy, la quemadura de hoy, se les va a pasar en 10 días, pero seguramente cuando tengan la edad del papá, de sus tíos o abuelos, eso puede tener consecuencias graves”, insistió Politi.
Ese mensaje está cada vez más internalizado. Cuando empezó a ejercer como dermatólogo, casi nadie sacaba turno para revisarse los lunares, a menos que tuviera en su familia antecedentes directos. Hoy, en cambio, ese pedido forma parte de la consulta cotidiana.
No significa que el problema esté resuelto ni mucho menos -reconoció-, pero sí da cuenta de un avance: nos cuidamos más en la exposición y estamos más atentos al autochequeo y a la consulta profesional si se detecta alguna anormalidad (“Hay que mirarse la piel. Nosotros difundimos reglas de color, tamaño, borde, pero la clave está en que si ves algo distinto que cambia de un mes a otro, andá y preguntá”).
¿Cuándo se verán los resultados de este saludable cambio de tendencia? Para eso, si es que llegan, falta. “Se estima que para el 2030 Australia, que está muy a la vanguardia, va a empezar a disminuir el número de muertes por melanoma; Estados Unidos y Europa en el 2040 y el resto del mundo a partir del 2050”.
En algunos casos, y sobre todo entre los más jóvenes, el mensaje entró por el lado de la cosmética y el auge del skincare (cuidado de la piel). “No me parece mal que los chicos usen protector solar como rutina. Si eso los hace incorporar el hábito, bienvenido sea. Después habrá que educar mejor porque tiene algunas cosas malas (el mirarse excesivamente a sí mismos y que los induce a gastos innecesarios), pero ya es un paso”, opinó.
En paralelo, no obstante, y en línea con el avance del discurso anticientífico, cobran fuerza -sobre todo en redes sociales- desinformaciones acerca de que es mejor exponerse al sol sin protección (la moda viral del “callo solar”) en cualquier horario o que los protectores solares son dañinos.
“La evidencia que hay sobre sol y el cáncer de piel es abundante, desde niveles epidemiológicos (es decir, lo que se recoge en poblaciones que viven en distintos lugares) y desde el punto de vista bioquímico y molecular. Nadie puede discutir seriamente la relación que existe entre la exposición al sol y el cáncer de piel”, subrayó.
Respecto de los protectores, dijo que los productos aprobados por agencias regulatorias (como FDA, EMA y ANMAT) “son bien seguros” y “la evidencia que tenemos respecto al beneficio sobre la salud es aplastante”.
