Millie Bobby Brown se despide de Eleven y consolida su identidad más allá de Stranger Things
Con el final de Stranger Things, Millie Bobby Brown cierra el ciclo del personaje que la lanzó a la fama y reafirma una carrera marcada por decisiones propias, resistencia a las críticas y una transición pública hacia la adultez.

Millie Bobby Brown alcanzó la fama internacional antes de los 13 años al interpretar a Eleven en Stranger Things, una de las series más exitosas de la última década. Ese rol no solo la convirtió en una estrella global, sino que también la colocó bajo una exposición constante que marcó su crecimiento personal y profesional.
Desde muy joven, la actriz convivió con expectativas desmedidas: debía ser talentosa, carismática y ajustarse a una imagen idealizada que el público proyectó sobre ella. Cada cambio físico, cada elección estética o personal fue observado y juzgado, especialmente a medida que dejaba atrás la infancia. Las críticas sobre su cuerpo, su vestimenta y su madurez se volvieron recurrentes.
Lejos de replegarse, Brown eligió avanzar. Mientras continuaba con la serie, amplió su carrera con proyectos como Enola Holmes, donde además se involucró como productora, y comenzó a tomar distancia de los papeles que reforzaban la idea de “niña prodigio”. En paralelo, lanzó su marca de belleza Florence by Mills, con un mensaje centrado en la autenticidad y el cuidado personal, especialmente dirigido a jóvenes.
La actriz también fue contundente frente a los cuestionamientos públicos. En distintas entrevistas y publicaciones, señaló que crecer frente a millones de personas no implica pedir permiso ni disculparse por dejar de ser una niña. Su vida personal, incluida su reciente maternidad, siguió el mismo camino: decisiones propias, sin explicaciones forzadas.
Con el final de Stranger Things, Brown se despide del personaje que la definió durante años y abre una nueva etapa. El cierre de la serie no es solo el final de un éxito televisivo, sino la consolidación de una identidad artística construida a contramano de las expectativas ajenas.
