Marines: documental de Netflix entre propaganda y acción militar
La miniserie de cuatro episodios muestra el entrenamiento extremo de la 31° Unidad Expedicionaria de Marines en el Pacífico, oscilando entre realismo, propaganda y desgaste narrativo.

“Marines” es la nueva miniserie documental de Netflix que sigue el entrenamiento de la 31° Unidad Expedicionaria de Marines de los Estados Unidos. Con cuatro episodios de 50 minutos, ofrece acceso inédito a la vida cotidiana de una fuerza militar emblemática, aunque su propuesta se queda a mitad de camino entre el retrato institucional y la propaganda.
La serie abre con declaraciones impactantes: un entrevistado afirma que desea que su país entre en guerra y que entrena para “desquitar su odio con alguien”. Este tono directo marca el pulso de un relato centrado más en la intensidad del entrenamiento que en la complejidad humana de sus protagonistas. A lo largo de la serie, aparecen francotiradores, pilotos, coroneles y especialistas que muestran operaciones realistas por tierra, mar y aire. La producción subraya que, según datos internos, mueren más marines en entrenamientos que en combate.
El mayor valor del documental es el nivel de acceso: permite ver rutinas de riesgo, vínculos jerárquicos y exigencias físicas y emocionales. Sin embargo, quienes no sean fanáticos de la historia del cuerpo militar o de los procedimientos tácticos pueden percibir un desgaste narrativo desde el segundo episodio.
La directora, Chelsea Yarnell, propone un enfoque cercano y dinámico, pero las historias personales quedan poco desarrolladas. Muchas entrevistas se reducen a testimonios superficiales, sin explorar motivaciones profundas, sexismo o salud mental. La repetición de escenas de ejercicios hace que el ritmo se vuelva monótono, sin el dramatismo de una ficción bélica ni la profundidad de un análisis documental sólido.
El estreno coincide con los 250 años de los Marines, lo que sugiere un objetivo más cercano a la celebración institucional que a la reflexión crítica. Pese a intentos de humanizar la narrativa, las dos horas de visionado resultan menos reveladoras de lo esperado.
