Un milagro en el Hospital Italiano: un nene donó su corazón al compañero de habitación

Felipe y Luca compartían la habitación en el Hospital Italiano. Uno, conectado a un corazón artificial. El otro, trasplantado de hígado. Los dos, neuquinos. Unidos por la espera, las canciones, las madres que se acompañaban en medio de la incertidumbre. Hasta que el cuadro de Luca se volvió irreversible. Y sus padres, en un acto de amor inmenso, decidieron donar sus órganos. El corazón fue para Felipe. Así se concretó el primer trasplante cardíaco pediátrico del país realizado a partir de un donante sin actividad cardíaca.

La historia se escribió entre canciones de cuna, globos en una habitación de hospital y una decisión tan dolorosa como solidaria. Luca Zarragud tenía 2 años. Felipe Palagani, uno. Compartieron sala, médicos y miedos. Cuando el estado de Luca no tuvo retorno, sus padres, Paula Navarrete y Nicolás Zarragud, pidieron que lo desconectaran y ofrecieron sus órganos. Sabían lo que significaba estar del otro lado. El receptor fue Felipe, el bebé que dormía al lado del suyo.

El 18 de junio, Feli recibió ese corazón. Fue el primer trasplante cardíaco infantil por donación en asistolia controlada, es decir, sin actividad cardíaca en el donante. Una técnica inédita en Argentina, utilizada hasta ahora solo en países como España o Australia. Más que un avance médico, fue un acto de amor sin precedentes.

Luca era un nene alegre, con una vida hospitalaria intensa, pero repleta de canciones, juegos y mimos. Felipe nació sano, pero a los cinco meses fue diagnosticado con una miocardiopatía dilatada severa. El corazón ocupaba tres cuartas partes de su pecho. Desde entonces, su familia se instaló en el hospital, atravesando internaciones, una ACV, una parada cardíaca y finalmente, la conexión a un corazón artificial.

Durante meses, las dos familias compartieron más que una habitación. Compartieron abrazos, lágrimas, canciones. Cuando Luca fue reingresado de urgencia, el reencuentro fue inevitable. El cuadro se agravó. Los médicos hablaron de “falta de estrategias”. Entonces, sus padres decidieron donar. El corazón de Luca era fuerte, dijeron. Y quisieron que siguiera latiendo en otro cuerpo.

Cuando comenzó el operativo, Paula tocó la espalda de Pamela en la sala de espera. “Ya nos avisaron que se puede”, le dijo. Horas después, Felipe salió de quirófano con un nuevo corazón. El corazón de Luca. Y las hormiguitas de la canción que Paula le cantaba cada noche siguen marchando, ahora en el pecho de Felipe.

La familia de Feli planea ponerle “Luca” como segundo nombre. Una forma de honrar esa vida breve pero luminosa. El trasplante marcó un antes y un después en la medicina nacional, pero también dejó una huella imborrable de humanidad. Como dice su mamá: “Los órganos no van al cielo. Salvan vidas acá, en la tierra”.

Y Feli late. Late por dos.

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