Toque de queda, 330 arrestos y choque institucional entre Trump y Newsom por la represión en California

La Casa Blanca defendió el operativo y aseguró que un tercio de los detenidos tiene antecedentes. El gobernador demócrata denunció abuso de poder por el despliegue militar sin autorización estatal.

En medio de un clima de tensión creciente, Los Ángeles permanece bajo toque de queda mientras las redadas migratorias federales impulsadas por el gobierno de Donald Trump escalan el enfrentamiento político con el gobernador de California, Gavin Newsom, quien denunció un “descarado abuso de poder” y presentó acciones judiciales para frenar el operativo militar.

Desde el inicio de los operativos el viernes pasado, las autoridades federales detuvieron a 330 personas en Los Ángeles, según confirmó la Casa Blanca. La secretaria de prensa Karoline Leavitt detalló que 113 de los arrestados —aproximadamente un tercio— registran antecedentes penales.

Las redadas, que ahora se extienden a distintas áreas de California y otros estados como Seattle, Chicago, Boston, Nueva York, Washington DC, Atlanta y Dallas, se concentran especialmente en lugares de trabajo, generando temor entre los inmigrantes indocumentados y alimentando una ola de protestas en varias ciudades del país.

El operativo se produce bajo un régimen de toque de queda nocturno en Los Ángeles, vigente de 20 a 6 de la mañana, implementado por las autoridades locales para frenar los disturbios. La policía de Los Ángeles reportó 27 detenciones el sábado, 40 el domingo, más de 100 el lunes y 225 arrestos el martes. Aunque el nivel de violencia callejera bajó, la medida restrictiva seguirá vigente varios días, informó el diario Los Angeles Times.

La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, justificó el toque de queda como una herramienta necesaria para contener a “personas malintencionadas que no apoyan a la comunidad inmigrante”.

En paralelo a las detenciones, el conflicto político entre el presidente republicano y el gobernador demócrata escala día a día. Newsom denunció que Trump “inflamó una situación inflamable” al movilizar tropas de la Guardia Nacional y 700 marines a las calles de Los Ángeles, elevando a 4.700 el número de efectivos federales en la ciudad. El mandatario estatal subrayó que esta intervención militar se ordenó sin su consentimiento, un hecho inédito desde 1965, cuando Lyndon B. Johnson envió tropas a Alabama para proteger manifestaciones por los derechos civiles.

“Trump está lanzando una red militar por todo Los Ángeles”, advirtió Newsom, y sostuvo que más allá de perseguir criminales violentos, el operativo termina deteniendo “lavacopas, jardineros, jornaleros y costureras”.

El discurso de Newsom —transmitido por cadenas nacionales y redes sociales— refuerza su exposición como una de las figuras demócratas con proyección para 2028. Allí, acusó al presidente de ejercer un “asalto unificado a las tradiciones estadounidenses”, comparándolo con líderes autoritarios y advirtiendo que “la democracia está siendo atacada ante nuestros ojos”.

Además de sus críticas públicas, Newsom recurrió a la vía judicial: primero demandó a Trump por considerar inconstitucional la movilización militar, y luego presentó una moción de emergencia ante la Corte para frenar el patrullaje militar en la ciudad y su colaboración con los agentes migratorios.

En su mensaje, Newsom alertó que el presidente está desmantelando los controles y equilibrios del sistema democrático: “Los regímenes autoritarios comienzan atacando a los más vulnerables, pero no se detienen ahí. Trump y sus partidarios prosperan con la división porque les permite tomar más poder y ejercer aún más control”.

El gobernador también cuestionó el desfile militar previsto para el sábado en Washington por el 250° aniversario del Ejército —que coincide con el cumpleaños 79 de Trump—, al que calificó como una “exhibición vulgar” propia de “dictadores fracasados”.

Mientras tanto, la tensión entre el gobierno federal y las autoridades estatales mantiene a California como epicentro de una nueva batalla institucional en un país polarizado.

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