Sánchez atraviesa su momento más crítico en medio de un escándalo por corrupción

Entre acusaciones de traición y presiones desde su propio espacio político, el presidente del gobierno español intenta resistir tras la revelación de una trama de coimas que involucra a figuras clave del PSOE. La coalición tambalea.
El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, enfrenta el momento más delicado de su mandato. Las sospechas de corrupción que salpican a dirigentes de alto rango de su partido han puesto en jaque la estabilidad del Ejecutivo y avivan el malestar tanto en la oposición como entre sus aliados parlamentarios.
La causa gira en torno a un informe de la Guardia Civil que compromete al exministro de Transporte José Luis Ábalos y al exsecretario de organización del PSOE, Santos Cerdán, acusados de recibir sobornos para direccionar contratos de obra pública en distintas regiones del país. Ambos fueron colaboradores cercanos de Sánchez, con quien compartieron la reconstrucción del liderazgo socialista en 2016.
Las revelaciones, que comenzaron a conocerse hace una semana a través de audios y documentos filtrados, han ido aumentando la presión sobre el presidente. Aunque Sánchez pidió disculpas en un mensaje desde la sede del PSOE, su gesto fue calificado de insuficiente por buena parte de la oposición y también por miembros del gobierno de coalición.
La vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, fue categórica al expresar su malestar: “No es cierto que la corrupción sea inevitable. Si esto se extiende al Partido Socialista, estaríamos ante un mecanismo irregular de financiamiento político, algo de extrema gravedad”.
Díaz no fue al Congreso este miércoles, y tampoco lo hicieron el resto de los ministros de su espacio, a excepción de quienes tenían preguntas programadas. La ausencia dejó en evidencia el distanciamiento dentro de la coalición. Desde Sumar piden revisar los fueros parlamentarios y sancionar a las empresas involucradas en los sobornos.
A las 8:15 de la mañana, Sánchez ingresó al Congreso para participar de una tensa sesión de control. Afuera, vehículos con carteles que lo tildaban de “corrupto” se desplazaban por la Carrera de San Jerónimo. En el hemiciclo, el clima fue igual de hostil. Desde el Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo fue tajante: “Usted es el lobo que ha liderado una manada corrupta todos estos años”. Y agregó: “No me faltan ganas, me faltan cuatro votos”, en alusión a una posible moción de censura.
Desde Vox, su líder Santiago Abascal fue aún más directo: “Mientras su entorno robaba, los españoles hacían la declaración de la renta. Es usted un corrupto y un traidor”. Tras esa intervención, abandonó el recinto sin esperar respuesta.
Sánchez intentó sostener su posición: “Este ha sido un caso doloroso, pero actuamos. No va a opacar el momento económico y social que vive España”. También descartó convocar a elecciones anticipadas y acusó al PP de querer desviar la atención: “El único adelanto que habrá será el de las sentencias por corrupción que afectan al Partido Popular”.
Los socios que respaldaron su reelección en 2023 ahora dudan. Junts per Catalunya exige la plena aplicación de la ley de amnistía y avances concretos en la oficialización del catalán en la Unión Europea. Esquerra Republicana pide eliminar los fueros y aplicar sanciones a las empresas corruptoras. En tanto, fuerzas como Podemos y el BNG han decidido cortar el diálogo con el presidente.
Desde dentro del PSOE también surgen voces de alarma. El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, advirtió: “Este es el momento más grave de credibilidad del partido en tiempos recientes. Sánchez nos está metiendo en un laberinto sin salida. Y lo peor es que no hay una salida digna”.
Aunque los aliados parlamentarios todavía no se han apartado formalmente, el desgaste es evidente. Muchos aún esperan el cumplimiento de promesas que les hizo el presidente en 2023. Pero el temor a un eventual triunfo de la derecha los mantiene en una posición ambigua, mientras crece la sospecha de que Sánchez supo más de lo que admite.
El 9 de julio, Sánchez volverá al Congreso para una sesión monográfica dedicada exclusivamente al caso de corrupción que amenaza con desmoronar su gobierno. Será una nueva oportunidad para defender su gestión, aunque el margen político se achica cada día.