Primera medición oficial del malestar psicológico porteño

La Ciudad de Buenos Aires, junto con la UCA, realizó la primera encuesta sobre salud mental urbana, relevando a 6.000 habitantes entre octubre y diciembre de 2024. El estudio mostró que el 28,6% de los porteños de 18 a 75 años presenta síntomas de ansiedad o depresión, detectando un fenómeno de creciente preocupación.
Síntomas más comunes: nerviosismo (63%), cansancio inexplicable (60%) y sensación de esfuerzo excesivo. El relevamiento utilizó la Escala de Malestar Psicológico de Kessler (K10), que mide síntomas en el último mes sin diagnosticar enfermedades.
Desigualdades en el malestar
- Género: las mujeres presentan mayor malestar (33,1%) que los hombres (23,1%). Entre mujeres desocupadas, casi el 60% manifiesta ansiedad o depresión.
- Edad: más afectación en mayores de 45 años, especialmente mayores de 60, debido a la soledad y debilitamiento de redes de apoyo.
- Nivel socioeconómico: malestar más alto en sectores bajos. En sectores acomodados, el 80% no presenta malestar; en los más pobres, el malestar se duplica.
- Zona de residencia: la zona sur de la ciudad registra el mayor malestar (35,7%), la zona norte el menor (21%).
- Condiciones laborales: subocupados y trabajadores no registrados presentan mayor malestar.
- Hogares monoparentales: 41% presenta malestar psicológico, frente al 27% en hogares biparentales.
Salud y conductas de riesgo
- Personas con enfermedades crónicas: 61% presenta ansiedad o depresión.
- Consumo problemático de alcohol, marihuana o cocaína incrementa la prevalencia de malestar severo (por ejemplo, 46% entre consumidores de marihuana de riesgo alto).
- Uso excesivo del celular y apuestas online también se vinculan a mayores síntomas psicológicos.
Implicancias y acciones públicas
El Gobierno porteño afirmó que utilizará estos datos para mejorar la asignación de recursos y el acceso a atención psicológica, adaptando la oferta a la demanda y considerando factores geográficos y demográficos.
El informe concluye que el malestar psicológico refleja desigualdades profundas: de género, ingresos, trabajo y acceso a la salud, y que el fenómeno requiere políticas focalizadas.
