¿Por qué baja la pobreza aunque caen los salarios?

Los últimos informes del INDEC revelaron una paradoja llamativa: mientras el salario real sigue cayendo, la pobreza mostró su menor nivel desde 2018. ¿Cómo se explica esta aparente contradicción?
Según los datos oficiales, en el primer trimestre de 2025 la pobreza se ubicó en el 31,4%, 23 puntos menos que en el mismo período del año pasado. Al mismo tiempo, los salarios formales todavía están un 6% por debajo de noviembre de 2023, con una caída más fuerte en el sector público.
Uno de los factores que explica esta diferencia es el cambio en las condiciones de medición. En contextos de alta inflación, como el de 2023, el método del INDEC tiende a sobreestimar la pobreza porque compara ingresos de un mes anterior con precios del mes actual, generando una diferencia artificial. Con la inflación más controlada, esa distorsión casi desapareció.
Otro punto clave es la subdeclaración de ingresos, un fenómeno común en encuestas como la EPH. Desde mediados de 2024, se detectó que las personas empezaron a declarar mejor cuánto ganan, quizás porque la inflación bajó y hay menos confusión o desconfianza. Esto ayudó a que los ingresos reportados crecieran más rápido que los datos oficiales de jubilaciones o salarios registrados, y eso también empuja la pobreza hacia abajo en las estadísticas.
Además, hay una diferencia metodológica importante: la pobreza se mide en relación a la canasta básica, que subió menos que el índice general de precios. Esto significa que, aunque los salarios reales cayeron según el IPC, mejoraron si se los compara contra esa canasta específica, que refleja el consumo de los sectores más vulnerables.
En contraste, el índice de salarios mide sólo a trabajadores asalariados, y usa el IPC para calcular el poder adquisitivo. Por eso marca una caída más pronunciada que la que se refleja en los datos de pobreza.
Entonces, ¿estamos mejor o peor? Todo indica que hubo una recuperación social desde mediados de 2024, de la mano de la desaceleración inflacionaria y una mejora en la actividad económica. Incluso el consumo privado hoy está por encima del nivel de 2023. Sin embargo, parte de esa mejora puede estar sobredimensionada por cuestiones estadísticas.
A futuro, la gran duda es si esta tendencia puede sostenerse. Buena parte de la desinflación se apoyó en la apreciación del tipo de cambio oficial, lo que también alienta la demanda de dólares para importar. Si esa presión externa no se maneja con cuidado, podría derivar en nuevas tensiones que pongan en riesgo esta mejora social.