Osvaldo Pugliese: 30 años de legado eterno

A 30 años de su muerte, se recuerda a Osvaldo Pugliese, referente del tango y símbolo de coherencia artística, ética política y resistencia cultural.

Este 25 de julio se cumplen 30 años de la muerte de Osvaldo Pugliese, pianista, compositor y director de orquesta que dejó una marca indeleble en la música argentina. Fue un artista adelantado a su tiempo, tanto en lo estético como en lo político. Su legado trasciende el tango: es símbolo de coherencia ética y compromiso colectivo.

Desde sus inicios en el Café Nacional en 1939, su orquesta funcionó como cooperativa. Esa organización horizontal fue clave para sostener un proyecto que se extendió durante más de cinco décadas. A pesar de haber sido censurado en radio por su filiación comunista, Pugliese logró consolidar una popularidad sostenida, incluso en los años más duros.

Vanguardista musical y político

La influencia de Julio De Caro y la participación de músicos como Aniceto Rossi, Osvaldo Ruggiero y Enrique Camerano moldearon su estilo, con arreglos que innovaron dentro del tango. Entre sus obras más destacadas están Recuerdo (1924), La yumba (1946), Negracha (1948) y Malandraca (1949), piezas que lo posicionan dentro de la llamada Nueva Guardia.

Durante la Década de Oro del tango, su orquesta brilló con una impronta propia. Fue el creador de más de 150 composiciones y participó en más de 600 grabaciones. Su coherencia fue más allá de la música: repartía lo cobrado en partes iguales con su orquesta, y militó abiertamente en el Partido Comunista desde 1936.

Espíritu protector de los músicos

Más allá de su obra, Pugliese también se convirtió en una leyenda urbana. Su apellido es invocado como amuleto escénico por artistas que, antes de salir al escenario, repiten su nombre tres veces como protección contra la “mufa”. El mito nació en un recital de Charly García a comienzos de los 90, cuando una grabación de su música resolvió un problema técnico inexplicable.

Reconocimiento y memoria

Pugliese fue homenajeado en vida por Cuba, Francia, la Ciudad de Buenos Aires y la Academia Nacional del Tango. A 30 años de su muerte, su memoria sigue viva: tiene su propio busto en Villa Crespo, y una estación del subte porteño lleva su nombre. Su ética y estética siguen siendo ejemplo en un país donde la cultura popular se forja entre la resistencia y la belleza.

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