Estados Unidos ausente en cumbre global contra la pobreza en medio de creciente aislacionismo

Mientras gobiernos de más de 70 países se reúnen en Barcelona para discutir cómo cerrar la brecha entre naciones ricas y pobres y reunir los billones de dólares necesarios para combatir la pobreza, Estados Unidos brilló por su ausencia. La mayor potencia mundial, que hasta antes de la presidencia de Donald Trump fue el principal donante de ayuda exterior, decidió no participar en la cumbre de cuatro días, un gesto que refleja un creciente distanciamiento de sus compromisos internacionales.
La reducción drástica de fondos para asistencia exterior y el desmantelamiento de agencias como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional marcaron una política basada en el lema “América first”, que prioriza los intereses nacionales sobre la cooperación global.
La cumbre, que culminó con la adopción unánime del llamado “Compromiso de Sevilla”, busca impulsar reformas y acciones urgentes para cerrar una brecha de financiamiento anual estimada en cuatro billones de dólares, vital para garantizar acceso universal a alimentación, salud, educación y agua potable, y para cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible de la ONU para 2030.
El secretario general de la ONU, António Guterres, señaló que “el financiamiento es el motor del desarrollo, y actualmente está fallando”. A pesar de los desafíos, incluidos el aumento de la deuda, la reducción de inversiones y el incremento de barreras comerciales, los líderes internacionales se comprometieron a buscar soluciones colectivas.
La subsecretaria general de la ONU, Amina Mohammed, lamentó la decisión estadounidense y expresó la intención de retomar conversaciones para reincorporar a Estados Unidos al proceso. Por su parte, líderes europeos como Emmanuel Macron y Ursula von der Leyen reafirmaron su compromiso con la financiación para el desarrollo y rechazaron el unilateralismo.
El Compromiso de Sevilla propone medidas como establecer un ingreso fiscal mínimo del 15% del PIB, triplicar los préstamos de bancos multilaterales y fomentar la inversión privada en sectores clave como infraestructura, además de promover reformas para manejar la creciente crisis de deuda que afecta a miles de millones en países en desarrollo.
Según datos de la ONU, 3.300 millones de personas viven en naciones que destinan más recursos al pago de intereses de su deuda que a salud o educación, cifra que se incrementará a 3.400 millones en 2025. Este año, los países en desarrollo deberán destinar cerca de 947.000 millones de dólares al servicio de su deuda, un aumento significativo respecto al año anterior.